AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE

La inversión extranjera directa creció 5% en 2013

El habitual informe de la CEPAL establece que la región recibió 184.920 millones de dólares de inversión extranjera directa (IED) en 2013, lo que representa un incremento de 5% sobre el año anterior. Desde 2003, estos flujos han crecido continuamente, salvo en 2006 y 2009, aunque se ha mantenido estable su incidencia respecto del tamaño de las economías a partir de 2011. Con la ralentización del crecimiento en los últimos dos años, el organismo estima que las entradas de IED caerán levemente en 2014, aunque observa que las empresas transnacionales muestran aún gran interés por la expansión a largo plazo del consumo y la explotación de los recursos naturales.

La inversión extranjera directa creció 5% en 2013

 

La intensidad de las corrientes de inversión que reciben los países de América Latina y el Caribe ejerce una enorme influencia sobre estas economías, pero también despierta una serie de preocupaciones respecto de cuáles son los rasgos que esta inversión imprime a los mercados de trabajo internos.

Sobre la base de la información disponible, en este capítulo se analizaron algunos efectos de la inversión que realizan las empresas transnacionales sobre el empleo, en términos tanto de la cantidad de puestos de trabajo que se crean como de su calidad. El objetivo es aportar elementos al debate acerca de en qué medida este tipo de actores sociales contribuyen a mejorar las condiciones de vida de la población de América Latina y el Caribe, superar brechas de productividad y lograr avances en la distribución del ingreso.

Un primer hallazgo del estudio es que las empresas transnacionales son una fuente secundaria de creación de empleos. Durante la década de 1990, al parecer fueron más relevantes en la IED los procesos de privatizaciones, fusiones y adquisiciones, especialmente en América del Sur, en particular en la Argentina, donde la proporción fue en extremo alta, y en México, donde fue más moderada. En ese período, la mayor parte de la inversión no habría creado capacidades productivas que fomentaran la expansión del empleo, sino que habría estado ligada a procesos de reestructuración de empresas, que se tradujeron en racionalizaciones y despidos de mano de obra.

No obstante, a medida que transcurrió esa primera etapa dominada por los cambios de propiedad, fue creciendo de manera sostenida la participación de los proyectos de inversión física en diferentes sectores y regiones. Se estima que las adquisiciones transfronterizas representaron en promedio cerca del 40% de la IED que ingresó a la región en el período comprendido entre 2003 y 2013, marcando una tendencia decreciente (al pasar de un 50% de la IED en el período 2003-2007 a un 30% en el período 2010-2013).

El hecho de que las inversiones greenfield representaran el mayor porcentaje de la IED (60%) en el período comprendido entre 2003 y 2013 se tradujo en mayores aportes a la creación de empleos directos. No obstante, se estima que estas inversiones originaron solo alrededor del 5% de la creación neta de empleos en la región en ese período (en un cálculo optimista).

El contenido de empleos de estas inversiones greenfield varía significativamente según el sector y las subregiones a las que se dirijan, dependiendo del perfil de la cartera de proyectos que atrae cada una. Un factor que explica la baja incidencia de la IED sobre la creación de empleos es la elevada proporción de la inversión canalizada a proyectos en actividades primarias y en etapas iniciales de transformación industrial, sectores relativamente más intensivos en capital. Por cada millón de dólares invertidos se crea solamente un puesto de trabajo en el caso de las actividades extractivas y dos puestos en el caso de las manufacturas intensivas en recursos naturales. Estos sectores concentraron el 47% de los montos de los proyectos de inversión anunciados a lo largo de los diez años estudiados (2003-2013). En efecto, las actividades extractivas tienen impactos acotados sobre la creación de empleos directos y, aun cuando los salarios pagados a esos trabajadores tienden a ser elevados, el mercado de trabajo no puede ejercer su rol en la distribución primaria del ingreso. En estos sectores, las funciones del Estado cobran gran importancia en la distribución de la renta.

Por su parte, la inversión que se produce como resultado de estrategias de fragmentación y deslocalización en los sectores manufactureros y de servicios implica la separación de los procesos productivos entre etapas intensivas en trabajo y etapas intensivas en capacidades, lo que tiende a favorecer estructuras duales, de salarios y de beneficios laborales, entre países desarrollados y en desarrollo. Si bien una porción importante del empleo creado se encuentra en estas actividades intensivas en mano de obra, se observa que de manera creciente se reduce la participación de los proyectos en manufacturas y en servicios intensivos en trabajo (textiles y confecciones y centros de llamadas, por ejemplo) en favor de un mayor crecimiento en actividades más complejas.

Una segunda aproximación a la medición de la incidencia de las empresas transnacionales en el empleo en América Latina y el Caribe, de tipo más estructural, ya que refleja procesos de acumulación de inversión extranjera de largo plazo, pudo realizarse para la Argentina, Chile y el Ecuador. En estos países, la participación de las empresas transnacionales en el empleo privado formal oscilaría entre el 12% y el 17%, con una mayor participación en las actividades extractivas, en que podría representar cerca del 50%. También resulta sustantivamente mayor la incidencia de este tipo de firmas en el empleo cuando la mirada se focaliza en las cúpulas conformadas por las grandes empresas de los países, donde las empresas transnacionales tienden a estar sobrerrepresentadas. Si bien en esta oportunidad no se han realizado estimaciones sobre la creación indirecta de puestos de trabajo atribuible a las empresas transnacionales, investigaciones previas indican que son escasos los encadenamientos que estas firmas tienen con proveedores y clientes locales, lo que lleva a esperar que los efectos indirectos sobre el empleo local sean acotados.

El estudio ha demostrado que las empresas transnacionales tienden a promover empleos mejor remunerados en los países de América Latina y el Caribe estudiados. Si bien la magnitud de las brechas salariales varía según el tipo de estimaciones realizadas, en todos los casos se obtuvieron resultados significativos y positivos, asociados con mayores niveles de productividad laboral. Asimismo, en estudios previos se identificaron efectos indirectos asociados a la difusión de conocimientos al tejido productivo local, desde filiales que desarrollan actividades económicas intensivas en conocimientos. No obstante, no se encontró evidencia que demuestre efectos sobre otras dimensiones de la calidad del empleo, como mayor estabilidad o una mayor participación de mujeres en las plantillas de personal.

Respecto de los modelos de relaciones laborales, los resultados obtenidos por distintas investigaciones sobre la Argentina y México, si bien destacan la existencia de comportamientos muy heterogéneos, tienden a respaldar en mayor medida la tesis de la adaptación a los marcos locales. Existe un intenso debate en torno a los efectos que originan las interacciones entre las empresas transnacionales y las instituciones laborales de los países receptores. Por un lado, la tesis de la convergencia plantea que las empresas transnacionales trasladarán las prácticas de relaciones laborales imperantes en sus países de origen a los países receptores, de modo que son los marcos institucionales de los países receptores los que deben adaptarse. Por el contrario, desde otra perspectiva se sostiene que el éxito de las empresas transnacionales depende de sus capacidades para adaptarse al marco institucional del país receptor, que no se modifica significativamente respecto de ellas.

En este sentido, la evidencia indica que en la Argentina las instituciones laborales del país tienen en general una presencia importante, pero que resulta menor en el caso de las firmas de origen estadounidense, lo que se verifica en la menor participación sindical de sus trabajadores. Por su parte, en México se destaca que las firmas de procedencia europea no están trasladando al país las mejores prácticas de representación colectiva que cobran creciente importancia en sus países de origen. El estudio de las relaciones laborales no solo en los países grandes de la región sino también en los de menor tamaño resulta particularmente importante debido a la elevada concentración económica que representa el fenómeno de la IED. En efecto, en el período comprendido entre 2003 y 2013, unos 250 grupos económicos (el 5% del número total de inversores externos) concentran el 68% de los montos anunciados de IED y el 55% de los puestos de trabajo directo que se habrían creado.

De acuerdo con la evidencia analizada, en una mirada atenta a la complejidad y heterogeneidad del proceso de globalización se advierte que las empresas transnacionales han aplicado una variedad de estrategias y han obtenido una diversidad de resultados, según los países, sectores o regiones en que se realice la inversión, tomando en cuenta las diferencias que se presentan en los mercados, las instituciones y las culturas. Es decir, el enfoque de “agente representativo” resulta particularmente inadecuado para pensar este fenómeno.

Esto significa que, si bien es útil alcanzar conclusiones a nivel agregado sobre cuál es el aporte efectivo de la inversión extranjera directa en las distintas dimensiones del desarrollo de los países receptores, ese nivel de análisis no resulta suficiente. Es importante considerar la creciente heterogeneidad del fenómeno y generar cada vez más información que permita evaluar cuál es el tipo de inversiones que producen mejores impactos sobre las economías receptoras.

[Reflexiones finales.]

 

Título: La Inversión Extranjera Directa en América Latina y el Caribe 2013.
Autor: Álvaro Calderón, Olaf de Groot, Miguel Pérez Ludeña y Sofía Rojo, bajo la coordinación de Giovanni Stumpo.
Editor: Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).
Año: 2014.
Páginas: 155.

 

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